
Iniciamos una nueva
categoría centrada sobre el mundo de psicología, concretamente la Terapia
Cognitivo-Conductual, e iniciamos su caracterización de la intervención clínica.
¿Cómo era la terapia de la conducta en tiempos del DSM-5?
La terapia de conducta en tiempos del DSM-5
[Terapia Cognitivo-Conductual]
El DSM-5 (2013) evidencia
la crisis de los sistemas diagnósticos tradicionales, ofreciendo dos líneas aparentemente opuestas: la búsqueda de
dimensiones transdiagnósticas y la conservación de algunas categorías
diagnósticas clásicas. Aunque contradictorias, ambas propuestas son coherentes
con la necesidad de replantear el modelo categorial cerrado que ha predominado
en la psiquiatría.
A pesar de esta crisis diagnóstica, la terapia de
conducta no debería verse
afectada, ya que se fundamenta en principios generales del funcionamiento
psicológico —especialmente los derivados del aprendizaje y la regulación
conductual— y no depende de categorías clínicas rígidas. Su base es el análisis
funcional, entendiendo los problemas en términos de excesos, déficits o
inadecuaciones conductuales.
Desde finales de los años setenta hasta
finales de los noventa predominó la terapia cognitivo-conductual (TCC),
considerada la segunda generación de la terapia de conducta. Esta sí se apoyaba
en categorías diagnósticas. Sin embargo, con el surgimiento de las terapias de
tercera generación —como la Terapia de Aceptación y Compromiso, la Psicoterapia
Analítica Funcional, la Terapia Dialéctica Conductual o la Activación
Conductual— aparece un enfoque contextual y transdiagnóstico, más cercano al
espíritu original de la primera generación conductual.
Estas terapias ponen énfasis en el contexto, en
el lenguaje, en el yo como fenómeno verbal y la relación terapéutica como motor
de cambio. Aunque son transdiagnósticas, no abandonan totalmente las categorías
clínicas: emplean conceptos como “ansiedad” y “depresión” cuando resultan
útiles y proponen dimensiones comunes como la evitación experiencial. Esto
muestra que el enfoque dimensional por sí solo es insuficiente o que las
categorías siguen siendo necesarias, aunque reformuladas.
Ambas perspectivas —transdiagnóstica y
categorial— pueden ser válidas si se integran adecuadamente. Categorías como ansiedad y
depresión poseen carácter más
existencial que clínico: representan modos de estar en el mundo bajo
circunstancias de inseguridad, pérdida o quiebre vital. La ansiedad surge ante
la ruptura de seguridades previas; la depresión, cuando algo valioso se pierde
o desvanece, robando sentido y energía.
Estas experiencias se vuelven
psicológicamente problemáticas cuando dejan de guiar la comprensión de la
situación y se transforman en procesos circulares de rumiación, preocupación y
evitación. Este patrón constituye una dimensión transdiagnóstica patógena
central, que adquiere forma ansiosa o depresiva según su orientación temporal
(futuro o pasado) y rasgos personales.
Esto permite reconciliar dimensiones y
categorías si estas últimas se entienden como figuras existenciales
estructuradas, no como listas de síntomas. El mismo enfoque puede aplicarse a
otros cuadros como el trastorno obsesivo-compulsivo, los trastornos
alimentarios y las psicosis. En el caso de la esquizofrenia, la dimensión
transdiagnóstica podría ser la hiperreflexividad o autoconciencia
intensificada, acompañada también de evitación.
La metáfora de una cordillera ilustra esta integración: las montañas serían las
categorías diagnósticas y el pliegue tectónico subyacente, las dimensiones
transdiagnósticas. En este marco, la terapia de conducta —por su enfoque
funcional y contextual— contribuye a superar la crisis diagnóstica evitando la
reificación tanto de categorías como de dimensiones. El análisis funcional,
considerado por algunos “el secreto mejor guardado” de la psicología, garantiza
una comprensión contextual y dinámica del sufrimiento humano, más allá de modas
teóricas o clasificaciones rígidas.

Bibliografía: Pérez Álvarez, M. (2023). Caracterización de la
Intervención clínica en terapia de conducta. En M. A. Vallejo y M.F Rodríguez
(coord.), Lecciones de terapia de conducta (pp 22-49). Dykinson.
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