Continuamos avanzando en las civilizaciones
históricas de la Psicopatología. Tras ver la influencia de Roma, se aborda la etapa
de la Edad Media en un nuevo contenido relacionado con la historia de la psicopatología.
La psicopatología en la Edad Media [Psicopatología]
La Edad Media abarca desde la caída del
Imperio romano por los bárbaros en el año 476 hasta la caída del Imperio bizantino
en 1453, y se caracteriza por una serie de guerras, epidemias y la represión
religiosa. Además, se intenta reivindicar las aportaciones científicas
mostrando interés por las psicopatologías, pese a ser una época oscura para la evolución
científica.
Existe marcada dualidad sobre trastornos mentales: naturalista frente místico-religioso, destacando el
segundo con fuerza bajo ideología cristiana y considerando la enfermedad mental
como una interpretación demonológica. Las ideas de la iglesia no se debían
discutir ni dudar ya que eran dogmas de fe, venían de Dios, estando reñidas con
la razón.
La fe relegaba los saberes filosóficos
anteriores como los científicos, considerando la enfermedad mental como una
posesión demoníaca. Podía ser de dos
formas:
- Voluntaria: la persona hacía un pacto con el diablo para obtener poderes sobrenaturales.
- Involuntaria: la persona era abandonada por Dios y la poseía por haber cometido algún pecado.
Podemos decir que en esta etapa, la locura se
debía a la influencia del maligno y era algo que debía ser tratado en los
monasterios eclesiásticos mediante oraciones, conjuros e incluso utilizando
agua bendita, reliquias y formas de exorcismo.
El
temor de la gente se acrecentó tras epidemias como la peste y las hambrunas
pensando que determinadas personas estaban maldecidos y eran utilizadas como
ejemplos. Esta incertidumbre y miedo en la vida medieval llevaba a una mística
salvaje y una patología masiva.
En
lugares como Italia, el tarantismo (o
baile de san Vito en resto de Europa) era conocido como una manifestación de peregrinaje
a la deriva de numerosas personas que desvariaban, saltaban o bailaban.
Por
otro lado, destacar en esta etapa el tema de la brujería, estableciéndose en
1233 la institución de la Inquisición por
el papa Gregorio, que protegía dogmas cristianos y perseguía
la herejía y brujería entre sus misiones.
También
destacar en esta etapa a pensadores como Alberto el Grande y Tomás de Aquino, con posición naturalista sobre los
trastornos mentales, considerando que el alma (cuasi-divina) no podía enfermar
y la locura se debía a una enfermedad somática. Ambos prestaron atención a
síntomas cognitivos, por ejemplo a las alucinaciones, y propugnaban
tratamientos relajantes (sueño, baños, etc.) sin descartar otros más violentos.
Además, Tomás de Aquino describiría la manía (ira patológica), psicosis
orgánica (pérdida de memoria) y epilepsia.
En
esta etapa se destacan los escritos de Arnau de
Vilanova armonizando la teoría de los humores de Galeno con la
demonología, ya que algunos como los calientes eran relacionados con el diablo. Del
mismo modo, se relaciona la teoría galénica con la astrología,
considerando Marte como el responsable de la melancolía, relacionando el color
y calor del planeta con la bilis. Igualmente, consideraba determinados versículos
del Evangelio de san Juan tendrían efectos beneficiosos sobre el insomnio.
Tras
esto, ¿qué postura tendría el mundo árabe en esta etapa? En próximas entradas
veremos en papel del mismo en el mundo de la psicopatología.
Imagen. Santo Tomás de Aquino.
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